lunes, 22 de febrero de 2010

El Poder de la Ira

La ira es solo otro sentimiento, y es perfectamente natural enojarse algunas veces, de hecho es importante enojarse a veces. Pero la ira debe liberarse de forma apropiada o te sentirás como una olla con agua hirviendo y la tapadera puesta

La ira es un sentimiento de la persona, que depende del temperamento y en muchos caso de los patrones de conducta aprendidos en el área familiar, está muy influenciado por las experiencias de injusticia, esta se convierte en herencia de asuntos doloroso nunca resueltos, que llevan implícitas situaciones de pesar y sus consecuencias es la incapacidad de perdonar a la otra persona, de perdonarnos a nosotros mismos, es así como produce incapacidad de aceptar la voluntad de Dios.

La falta de tranquilidad en el corazón de cada ser humano, la impaciencia, el descontrol sobre si mismo, la negativa a aceptar el punto de vista de los demás, alimenta la ira, por tanto es necesario tener conciencia que cada persona tiene derecho a tener diferentes opiniones, y no dejarse llevar por la ira, especialmente si nuestras opiniones no son consideradas.

El defecto de la ira se alimenta de muchos detalles y se manifiesta en varias situaciones. Algunas situaciones más comunes en la cual se manifiesta el defecto de la ira son:

1.- Discusiones en casa o en el trabajo, aunque de forma sutil.

2.- Situaciones desagradables e inevitables. Accidentes de cualquier naturaleza, como romper un objeto estimado.

3.- Hechos que provocan frustración, como cuando se está esperando por algo que no se realiza.

La ira atenta contra el otro, y mas cuando tenemos que respetarlo, entonces recordemos que los más cercano está en nuestra propia familia con quien convivimos y ellos no pueden ser consecuencia de nuestra ira, pero tenemos un prójimo aún mas intimo, y ese habita en nuestro corazón y no podemos descargar nuestra ira sobre nuestro propio cuerpo.

Cuando reconozcamos con humildad que tenemos sentimientos de ira, y solicitemos ayuda para controlarla, pero no para reprimirla y amargarnos porque no podemos desahogarnos, sino para apartarla o liberarla de forma tal que no les provoquemos daño a otras personas.

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