Es posible que no tengamos nada que decir o que se nos haga difícil expresarlo. Muchas veces, necesitamos permanecer en silencio para curar el alma y encontrarnos a nosotros mismos, todos lo necesitamos en algún momento. Debemos aprender a comprender los silencios de otros y manejar los nuestros
En silencio amamos, sufrimos, pensamos, lloramos, meditamos, en silencio nos comunicamos, y hasta en silencio soñamos. El silencio invita a la reflexión, invita a la parada en este ajetreado mundo donde parece que pararse no está permitido y la reflexión conlleva comprensión, se toma conocimiento y este a su vez es el peor aliado del miedo, porque genera confianza y nos proporciona calma, y ésta seguridad.
En el silencio reposan las palabras, pero hierven dentro golpeando el corazón, así como las Palabras que ya no se dirán, desilusiones que se vuelven líquidas al disolver un sueño y conciencia de uno mismo, de haber vivido entregado a un sin sentido superficial y frío. El silencio es moldeable, e interpretable, porque puede ser cobarde, también prudente, puede ser hiriente, reconfortante, puede ser indiferente, pero también cómplice.
Para aprender del silencio, es necesario callar y consecuentemente, escuchar, atender y pensar... Hay tiempo para todo...
Para aprender del silencio, es necesario callar y consecuentemente, escuchar, atender y pensar... Hay tiempo para todo...
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